sábado, 5 de septiembre de 2009

Carta 1 Invierno 2009.


Carta 2

Invierno 2009.

¿De qué nos sirve un cuerpo rodeado de tantos objetos, adquiridos muchas veces en prejuicio de ello? Es necesario despegarnos un poco y en lo permitido; imagine que ésta carta viene de alguien atrapado, ya no digamos en un cuerpo, sino en un cubo, por la razón de pertenecer al mundo anónimo. La intención es saltar y ya no ser sombra, compartiendo un poco de la luz que aún palpita contra todo intento de anclamiento en el yo.
Pero a pesar que en estos días, tal y como yo los seres humanos nos hemos convertido en pozos en cuya oscuridad, de cuando en cuando, da chapuzones el rostro. A pesar de que los pozos no encontramos reflejo alguno en el paisaje. Se me ha ocurrido de pronto, al despertar en este día y recibir el sol, encontrarme en ti, ese reflejo negado desde hace tantas décadas, reflejarme en tus ojos de vida para contemplarnos mutuamente y por vez primera festejar la vida.
Porque no habrá género, ni dineros, ni títulos que valgan. Los encuentros son la miel oscura que se hace con el paso del tiempo. Habrá que esperar por las igualdades en tanto vamos buscando los parajes más pintorescos y así poder descartar soledades anteriores. ¿Acaso alguna vez no la sentiste?
Soledad: ese grito mudo, reflejo de las palabras sin respuesta. Basta ya de conmiserarse, de buscar explicaciones, de tanto apuntar en un puño lo poco que te ata al mundo, vamos por la vida sin senderos pero que en el eje la mano no olvide la conciencia que somos parte de un todo, somos uno con el otro y vida que palpita.
Y no ha de terminar nuestra historia porque aún se cuenta en las noches sin luz. Mucho es el recuento de las calles andadas con la risa en el corazón. Por los labios en la tierra porque en ella habita mi más florido recuerdo de ti.
Creo que nunca me han agradado las despedidas, ni los pañuelos con que nos limpiamos el adiós de los ojos, ni las calles solitarias cuando partimos y mucho menos dejar de escribir cuando creo que ya empezábamos a conocernos, espero que la despedida no se extienda con los meses, ni con los años y que algún día, no se cuándo ni en qué fecha desconocida recibir la respuesta a estas líneas que escribo sin conocerte.

Carta 3

Invierno 2009.

Querido Amigo:

Pareciera vulgar, en estos tiempos de tecnología virtual, difusa, que recurra a la olvidada comunicación postal. Pero me fue necesario retroceder en el tiempo como una forma de restablecer contacto contigo. Hace mucho que no sé de ti, no sé de tus sueños, de tus realizaciones, no sé qué ha sido de todo lo que en algún momento imaginamos juntos, de todas esas alturas que juramos alcanzar. Aunque para las épocas actuales, lo mismo da saberlo. En todo caso, con esta carta festejo que existas y con la tinta que derramo, dibujo un abrazo.

Voy haciendo espacios en cada uno de los días por venir, seguramente sabes que la esperanza es uno de mis fuertes, esperanza que también sembré en los caminos que anduvimos. Igual el vino se ha hecho más añejo, pero sigue en el lugar donde lo colocaste. Recuerdas que dijiste: “La vamos a beber a media noche el día que vuelva”. Yo quedé anclado en la distancia que dibuja la ronda de un reloj.
El otoño está próximo y no hago más que evocar todo el tiempo pasado. Irradia mi mente un coro de luz para iluminar tu regreso. Le he cedido al antiguo parque unas cuantas rondas, un espacio en la banca y hojas de pino, que te den la bienvenida, mientras tanto: escribo. Y lo hago por que no quiero que el río deje de hablarme de esa ave que corta la noche con su navaja sonora. Por que quiero fumar un cigarrillo y ver tu cara mirando mis manos, estas manos que sienten como pasa el viento proveniente de algún lugar, en el que quizás aun me recuerdes, en la banca del parque con los árboles que nos miraban con celo por la cercanía de nuestros cuerpos y entonces me pregunto: ¿Cuál es el amor de un árbol? Y me respondo: el viento que juega a helar tus mejillas, a desarreglar los peinados y los permanentes, o tal vez el canto del viento que rompe con el silencio que existe al juntar nuestras almas.
Hay gritos muertos, generados de miedo, este pretender ser uno para alcanzar a otro ser humano distante, al otro lado de éstas letras…
Me despido pretendiendo quedarme como sorpresa ante lo cotidiano, eso que nos hace invisibles y a veces insensibles…

PD. Te espero en letras “En letras derramadas”

Carta 4

Invierno 2009.

Quizás entre nosotros haya una enorme distancia, quizá no te importe saber que pienso en ti, o quizá sólo tirarás esta carta.
Pero, quiero que sepas que en este momento eres la persona que ocupa vida y mi espacio. Deseo abrazarte como lo haría en el día más extraño de todos los tiempos, ese día en que el viento grita los nombre de nuestros seres queridos, el día en que el sol nos abraza por puro gusto, el día en que estas líneas te hagan sentir que la soledad no muerde. Nadie dijo que la soledad no dolería y que los recuerdos no carcomen el sueño. Quiero decirte también que he encontrado la cura para ella. Se trata sólo de acortarla: dar a nuestros pasos rumbo, aún sin destino fijo, acortando sendas y caminos, es igual a nuestros pasos al encontrarse y entonces dejaremos de ser unos extraños. Y te podré tocar.
A veces ejercito la imaginación, mi instrumento para configurar una posible amistad, para regresar el tiempo y a las obsesión de aventuras.
Me encanta la posibilidad de llegar a ti, de comprimir el alma con estas letras para darnos la posibilidad de continuar algo que se encuentra enfermo de inconclusión. Es una fórmula para trazarle un círculo a la vida y cerrarlo con una sonrisa que estremezca a la supuesta soledad que, cínicos, tú y yo desgajamos paulatinamente cual fruto de jugo agridulce, como la vida.
Confío plenamente en la fuerza de las palabras para llegar a las orillas de universo, dejo acá las que voy considerando sobresalientes, en el puerto de tus ojos. Con un poco de suerte han de quedarse colgadas en tu boca. Por eso y no por otra cosa sé que irás por el viejo cuaderno de los años de escuela, ahí encontrarás la última hoja, vacía, la misma que recorreré con estos dedos pendientes de ti.
Ahí, donde el recuerdo no hace daño, una última esperanza gravita en el espacio en que no estás. Mi vida te sonríe, mi destino te guarda; eres la última voz que ha pronunciado mi nombre; en cortos caminos espero que tus pasos se acerquen o se alejen de estas líneas.
Te abrazo.

Carta 5

Invierno 2009.


Encontrarte, encontrarme, en estas líneas que te observan desde la esquina de mi viejo escritorio ¿Cuántas veces habremos cruzado la mirada en alguna plaza, durante el vuelo de mil palomas?

No me conoces y aún falta expresarme a través de ésta mano que te escribe. Hacerte saber que lo único que me motiva es que recibas un cálido aliento que te acompañe este y muchos días; lo mismo esplendorosos que los de larga confusión.

¿Qué mano quiso que en este momento no estés cerca de mí? La misma que ahora me lleva a pensar que mientras existas no estoy bebiendo el amargo licor de la soledad.

No conozco ni tu rostro, ni tu figura, ni las muecas en tus mejillas cuando ríes; sólo queda imaginar tu expresión al leer estas líneas; extraño mío, porque aunque no lo creas ahora serás eso y no hay nada que lo cambie… ni tirando esta carta.

Si por razones de tiempo no pudieras atender esto, ojalá sirva como lazarillo en los tiempos de sortear soledades. Sé que si has llegado hasta este punto se rompió la indiferencia que solemos tener ante el canto de un desconocido, quizás perpetuo entre sombras...

Por las noches caminé a ningún lado, dejé por los suelos la posibilidad de la permanencia, miré desde los rincones los ojos que cabalgan con dirección a la certeza. Pero nunca como ahora, que vivo al vivirte. Me entrego a la posibilidad de que en los ojos que mire encontraré tu alma bondadosa.

Habrás de volverte lluvia, regar cada gota de la tinta en los últimos diluvios de octubre, de noviembre o del mes que te plazca. Llueve donde quiera pues por eso eres capaz de la vida. Dejo para ti el frutero a punto de desbordarse y un cielo esplendoroso apenas levantes la mirada, dejo un abrazo abrazador y mi pecho abierto y extendido.

No dejes de llover.

En alguna parte del caos
alguien piensa en ti:
YO, QUE SOY TÚ.

Carta 6

Invierno 2009.

Hola, querido extraño:

Te escribo desde aquí donde vuelan los recuerdos, entre ellos me acorde de ti y en este ejercicio de humanos, extiendo un hálito de vida en letras que transpiran por el nostálgico y casi perdido uso del papel. Volamos en una velocidad precisa, para recordarnos, para solucionar esta distancia. Bien sé que de ninguno es la culpa, que las moradas desesperadas de nuestros contemporáneos gradualmente fueron poniendo murallas entre ambos. Pero aquí estamos de nuevo, derribando distancias, todas, con las letras. Por eso las palabras: corazón, vida, volver, calendario, reloj, cariño y siempreteespero, se van quedando en esta tinta que dice más en sus espacios blancos ¿Cómo decirte de las lunas dentro de un lago estático? El absurdo de los tiempos actuales no es un abismo insalvable, apenas es el entremés de los sentimientos de las líneas que aún están sin escribirse.

Hay algo de cierto en lo que está por venir, el futuro es incierto pero siempre están las palabras para aclarar horizontes ¿Qué sería de mí sin un motivo para escribirte?

Puede que sea inevitable la distancia, puede que nuestros pasos no vuelvan a la encrucijada, que las estaciones pasen una y otra vez sin tu perfume, pero recuerda que tendré la esperanza de que duermas sabiendo que te pienso, mientras se acaba la luz de ese quinqué.

Te abrazo como se abraza a las olas. Y me quedo con el rumor de tus labios cuando le cantas al horizonte.

Sé feliz.